Punto de no retorno
Después de haber terminado la película de ‘El Último Rey de Escocia’ me puse a pensar en qué escribir o mejor dicho, porqué camino llevar mi opinión de la película y toda la relación que tiene con la temática que estamos trabajando en la cátedra de Opinión Pública.
Para empezar les voy a resumir un poco de qué trata la película para aquellos que no la han visto, la quieren ver o no les interesa, pero por lo menos ya sabrán de qué trata.
El Último Rey de Escocia es una película ambientada en Uganda por allá por los años 70, basada en hechos reales y algunos ficticios, sobre el mandato del señor Idi Amin en este país. Para hacerles la historia corta, el protagonista de la historia es un médico recién graduado que decide viajar al país para usar sus conocimientos con los más necesitados, conoce al presidente, se vuelve su médico personal y consejero.
Después de una serie de hechos poco explícitos dentro de la película, el médico se da cuenta de las atrocidades cometidas por el señor Amin, trata de escaparse, no lo logra. Intentan asesinarlo y al final logra salir mal herido del país en un avión de refugiados.
Con esto, creo yo, que ya quedará un poco más claro de que va este texto. No puedo alargarme más en la descripción de la película porque si no, esto va a quedar como un ‘review’ de la misma, y pues este no es el caso.
Sin embargo, a lo largo del desarrollo de mi opinión les iré contando algunos datos importantes.
Esta película no está lejos de ser la representación de un país como el nuestro, bueno, quizás no por la parte en la que un ciudadano, de la nada, se convierte en el mejor amigo del presidente y eventualmente se acuesta con su esposa, (aunque en Colombia, no sería para nada raro que esto sucediera) más bien deja entre ver un poco de la realidad que estamos viviendo nosotros los colombianos en esta época de elecciones.
En el inicio de la película podemos ver a un recién electo candidato presidencial, lleno de energía y entregando promesas por doquier, como aquí en Colombia, donde los candidatos nos venden un país perfecto, y que por nada del mundo nos vamos a convertir en una ’segunda Venezuela’. Con esto último creo yo, que el 80% de los colombianos que se creen todas las ‘fake news’ que les llegan en forma de cadena a sus teléfonos van a estar más aliviados, porque qué Dios no permita que si gana el candidato X, nos expropien el país.
En cuanto al personaje del médico, para mí, es la representación del pueblo colombiano, que se deja deslumbrar con ‘regalos’ como intercambiadores viales, nuevos centros comerciales y casas para todos. Estamos como cuando votábamos por el candidato a personero del colegio que nos prometía ‘jean days’ todos los viernes y una piscina en el coliseo.
Y ojo, no es que esté mal que nos den intercambiadores viales, o ‘jean days’ todos los viernes, lo que pasa es que muchas veces todos estos macro proyectos son grandes cortinas de humo para que no veamos la realidad del asunto. En este país, ningún candidato de lo que sea da puntada sin dedal, aunque sus intenciones sean buenas, lastimosamente siempre terminan ganando los que prometieron la piscina en el coliseo del colegio.
Otro punto en el que convergemos nosotros los colombianos con el médico es que, si bien él se dio cuenta de todas las atrocidades cometidas por Amin, quizo escapar, pero no pudo, mejor dicho, se encontraba en un punto de no retorno, al igual que nosotros, después de que gana cualquier candidato y a un año o dos de su gobierno y no ha cumplido ni el 10% de lo que prometió cuando estaba en campaña, ya estamos listos nosotros con las pancartas y los ‘sparkles’ para salir a marchar contra el candidato por el que votamos. Porque así somos, lastimosamente.
Pero para que quede un poco más claro todo esto del punto de no retorno, se los quiero explicar para que me entiendan un poco la analogía. El punto de no retorno, se trata de este punto que una vez cruzado, es físicamente imposible volver atrás y se tiene que continuar ya que volver deja de ser una opción.
Dejando claro esto ya pueden ver la relación del médico con nosotros los colombianos, que después de haber votado por x o y candidato nos arrepentimos después de un tiempo, pero ya no podemos volver, ya no se puede hacer nada y esto es lo que no hemos aprendido, que si queremos cambios verdaderos, debemos sentarnos a analizar las propuestas de cada candidato, no solo votar por que nos cae bien, o porque es más bonito que el otro. No, debemos ser conscientes de a quien le entregamos el poder de nuestro país. A alguien que de verdad desea con fervor un país diferente o al que nos sigue prometiendo piscinas, ‘jean days’ y que Colombia no se va a volver una ‘segunda Venezuela’.
La relación posible que encuentro entre la convergencia de mis planteamientos poniendo como personaje principal a Colombia, representada como el médico en la película y a Amín como todos los candidatos políticos colombianos con la temática trabajada en la cátedra de opinión pública, es todo esto del líder de opinión y más específicamente en la lectura del Hombre Egocéntrico en la que se planteaba que todos los pensadores de la época convergían en que el arte de gobernar nacía del instinto, pero en lo que no lograban llegar a un común acuerdo era que si este poder divino era para todo el mundo o simplemente lo concebían unos cuantos.
Basados en este planteamiento, creería yo que en Colombia se aplica la premisa de la que todos estos pensadores partían. En Colombia cualquier persona puede ejercer la política y el control social aún sin tener las facultades indicadas para dicha labor. El instinto de algunos candidatos colombianos, no solo presidenciales, si no de cualquier puesto que implique política en el país, no es si no el instinto de tener el poder, de manejar como se les venga en gana, un pueblo, una ciudad o un país, sin importar quienes se vean afectados por sus decisiones.
Es aquí, en este punto, donde Amin representa a todos los candidatos colombianos, todos estos que en algún momento fueron esos personeros que prometieron piscinas y eliminar matemáticas del plan de estudios, promesas incumplibles, que aún que el pueblo sabiendo lo imposible que es realizar esto, siguen votando por él, porque es lo que quieren escuchar.
Seamos ese médico, que aunque se dio cuenta tarde de todo lo que sucedía, logró escaparse para contar su historia y cambiar el panorama. Analicemos, escuchemos y elijamos lo mejor para el país, finalmente, es lo que nos queda a nosotros los jóvenes y a las futuras generaciones, iniciemos esta revolución de cambio de pensamiento, ojo, no es que queramos a capa y espada cambiar el pensamiento de miles de colombianos así por que sí, para nada. Iniciar por nosotros mismos, educando y escuchando que es lo más importante, sobre todo lo de escuchar, porque tranquilos, nadie nos va a expropiar, ni el país ni los pensamientos, ni los ideales.
No dejemos que nuestro país se convierta en una película donde muestran que el presidente es
malo, pero no muestran qué hizo para merecer el exilio del país. Un país donde muestran todo a medias, mejor dicho, lo que les conviene mostrar y como ya lo mencioné, seamos ese médico, contemos historias y cambiemos el curso de la misma en nuestro país.