El amor en tiempos de muros imaginarios y 'matches' en Tinder.
Mis experiencias amorosas han sido pocas, bueno, para qué les digo mentiras, tengo 0,00001% de experiencia en el amor, ¿por qué? no lo sé, 23 años después me lo sigo preguntando. ¿Será por mi físico? ¿por mis inseguridades? quizás, no lo sé ¿por mi sentido del humor? o ¿por lo inexistente del mismo? o mejor, ¿lo tóxico e incomprendido que suele ser? ó como me lo dijeron los pocos hombres con los que he hablado en plan “conquista”, “es que yo creía que tu me mirabas mal”.
Buenas noticias ¡YO MIRO MAL A TODO EL MUNDOOO! y no es porque quiera, o porque tenga algo en contra del mundo porque no me ha dado un novio, o porque no me haya podido comprar los zapatos que quería. No, para nada, es algo que llevo conmigo siempre, es como autopreservación, por así decirlo, porque tengo este complejo de que todos me miran por mis imperfecciones, para burlarse de mí, por que gordito, porque mi cutis no es perfecto, en fin, por miles y millones de inseguridades que me agobian día con día, pero que al mismo tiempo he aprendido a quererlas y a sacarles ventaja.
Quizás, empecé a crear este gran muro entre los demás y yo, creería que, desde el inicio del bachillerato. La verdad no sé por qué, pero aunque no pensaba en novios y demás en mi adolescencia, como para decir que esto era lo que me generaba apatía con el mundo, no era esa la respuesta exacta al por qué de la creación de este muro imaginario, que la verdad, no me favoreció en absolutamente nada, lo único que hizo fue entorpecer mi interactividad con los demás, de ser un poco más abierto y sociable, sin pensar en que las personas que se me acercaban lo hacían para burlarse de mí.
En fin, me llevó mucho tiempo aceptar mi cuerpo, mis cicatrices y todas mis inseguridades. Pero bueno, lo importante es que este tipo de cosas ya no me definen, ya no le dicen a los demás quien soy o como alguna vez me lo dijeron “quien pretendo ser”, aprendí a que estos ‘flaws’, como diría Tyra Banks, son lo que me hace fuerte, lo que me hace diferente.
El caso es que, en vista de que yo, nada de nada con nadie, no conocía a nadie más que a mis amigos de siempre, que por fin había derribado ese muro (aunque a veces aparece, esporádicamente y sin razón alguna) que tenía una rabia y resentimiento apresados por dentro, decidÍ abrir Tinder, para ver si eso funcionaba, a pesar de que siempre me contaban experiencias fallidas de los demás, que “mire que ahí usted no va a encontrar el amor de su vida”, que “los manes que están ahí solo buscan sexo”, y bueno, si les sigo contando, no acabaría nunca.
Abrí eso y descubrí cantidad de hombres, que, había visto en la universidad, en la calle, incluso algunos con los que estudié en el colegio, hice algunos ‘matches’, hablé con uno y con otro, pero no pasó de ahí. Con algunos tenía muchas cosas en común, con otros no; con otros me daba hasta miedo hablar de las cosas que de verdad me gustaban y las suprimí, solo como por encajar, pero, me di cuenta, que quien quiere hablar contigo, respeta tus gustos, tus opiniones, te respeta a tí.
Hablé con muchos ‘peques’, bueno, no es que yo sea pues el vejestorio, pero si creo que en cierto punto, la edad y las etapas de la vida son completamente diferentes. Por ejemplo, hablar con alguien, que apenas va iniciando su universidad, que apenas está descubriendo esta locura de llevar una vida de universitario, a uno, que está a un año de terminar la carrera, que toda la realidad del asunto empieza a golpear la puerta y que cierto tipo de temas no llegan al caso, porque simplemente estamos en etapas diferentes de la vida, que incluso, ni siquiera tiene que ver con la edad.
Incluso, lo que me llevó a pensar que definitivamente, Tinder no era para mí, fue cuando después de casi una semana de hablar con este chico, con el que aparentemente teníamos el mundo en común, me dice que para su cumpleaños #18, (ojo ahí, 18) quiere una piñata. Y el asunto de la piñata no es el problema, porque yo amo ir a piñatas, pero lastimosamente mis primos ya están muy grandes y ya no les hacen.
El problema radica, en que según su perfil de Tinder, el muchacho tenía 19 años, y bueno, todavía a esa edad, pero en realidad tenía 17 años ¡NI SIQUIERA TENÍA 18! por el amor a yisus, hasta podía estar cometiendo un delito, en serio que con eso, además de muchas otras cosas, descubrí que este cuento de las aplicaciones no era para mí, definitivamente.
Pero, no les estoy diciendo que sea mala, al contrario, simplemente a mí no me funcionó, quizás a usted, querido lector si le funcione y quien quita que usted si encuentre el amor de su vida por ahí y no a uno que cuando se lo cruza por ahí, lo salude de un calvazo.
Experimente y si le gusta, hágale, que por el hecho de que para algunos la experiencia haya sido negativa, no significa que para usted también lo será.
Ah, y como último concejo, si usted, como yo, construyó este muro invisible entre usted y los demás, ya va siendo hora que lo destruya, en serio, se lo digo por experiencia propia, derribelo y deje que los demás se acerquen, que lo conozcan y permitase a usted mismo, conocer a los demás y si tiene algún rencor en su corazón, por alguien o por algo, háblelo, la mejor manera de dejar lo negativo atrás, es hablando.